domingo, 4 de octubre de 2009

El amor y esas movidas

El amor, como otro virus cualquiera, tiene una serie de efectos secundarios bastante jodidos.

Para empezar se te queda cara de gilipollas babeante, escuchas una serie de canciones que en otro momento de tu vida te hubieran hecho regurgitar hasta tu primera papilla y lo ves todo ligeramente borroso. Enamorarse, al fin y al cabo, me recuerda un poco a esas noches de borrachera que te vienen sin que te las esperes... 'pero si solo me he tomado tres cubatas, tío...'.

Sin embargo, a mi lo que me resulta más curioso es analizar el comportamiento de la gente cuando se encuentra en este estado...

1. Se convierten en gente monotema (curioso comportamiento solo comparable a cuando alguien se compra una casa o tiene un bebé).

2. Empieza a usar la primera persona del plural de una forma enfermiza: vamos, quedamos, nos iremos, no sé si podremos ir...

3. Se pega el día intentando compaginar su vida anterior con el nuevo pichón, con resultados bastante desastrosos.

4. Empiezan a hacer quedaditas de parejas (cenas de parejas, cine de parejas,...), arggggggggggggggg.

5. Siempre hay una de las dos personas que inevitablemente acaba fagocitando a la otra, lo cual quiere decir, que uno de los dos, acaba viéndose saliendo a sitios y con gente que no tienen nada que ver con ella. Y si entras en esa dinámica de mierda, lo máximo que puedes conseguir es ir perdiéndote a ti mismo, poco a poco, hasta que llega un día en el que te miras al espejo y ya no te reconoces. Y qué queréis que os diga, amiguitos y amiguitas, en la mayoría de los casos que he venido observando le ha solido ocurrir a ellas en una proporción bastante más elevada...

Ellas son las que han cambiado su vida entera para estar con el chaval de turno.
Se dejan llevar y no se dan cuenta... están viviendo algo genial, no digo que no, pero a cambio de tanto...

Siempre he defendido que se debe tener una pareja en el momento que tu vida es totalmente estupenda, de forma que el amor sea la guinda de un pastel cojonudo y no de otra forma.

Es inevitable que la vida te cambie un poco cuando aparece una persona con la que, al menos al principio, te pegarías 24 horas al día, 7 días a la semana.
Pero al igual que después de la borrachera de la noche anterior viene la resaca, cuando te enamoras, hay un momento en el que tienes que sentarte, enfriar un poco tu cabeza y prometerte que no vas a cometer los mismos errores que en el pasado.

Así que lo siento si me niego a cumplir ninguno de los puntos de la pareja perfecta. Lo siento si soy una persona jodidamente independiente a la que le encanta su vida y lo siento si la mayoría de las cosas que hacen las parejas normales me produce urticaria mental. Eso no quiere decir que te quiera menos... solo quiere decir que yo soy yo... y que voy a seguir siéndolo... para bien o para mal...

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