martes, 14 de abril de 2009

Heridas sin sanar

Tú vives feliz de la vida, viendo el vaso siempre medio lleno en el mundo de la piruleta, quedándote siempre con lo bueno de la vida... pero, ¿qué sucede si descubres, un día, y sin venir a cuento (¿el cambio de la luna?) de que tienes un boquetillo en alguna parte? quiero decir, unos de esos que llevan abiertos allí años, de los que ni siquiera eres consciente, pequeño, pero latente...

Qué pasa, digo, si se abre la caja de pandora y descubres ese dolor enterrado en alguna parte, ¿qué se supone que debes hacer con ello?

Si eres una inconsciente y tu mente es lo más parecido a una batidora sin tapa... pues qué vas a hacer... escupirlo sin piedad y tal y como se te ocurre, sobre una persona que ya no te debe nada... sin apenas notar el cambio que estás provocando en algún lado, posiblemente agrandando la brecha antes tan escondida y llevándoos, sin poder evitarlo, a ti y al excavador a un punto sin retorno... ¿qué sucede si, además, en vez de escupirte de vuelta te abren los brazos y te ofrecen comprensión (como buen tocahuevos de los cojones, bendito tú)?

Si ya no tiene ningún sentido, si hablar del tema te parece ridículo y sorry seems to be the hardest word... ¿cómo se tapa ese enorme agujero? ¿es posible arreglarlo? ¿cómo se hace?

Y si no encuentras la forma de arreglarlo, qué pasará con ello, ¿pagará alguien el pato tarde o temprano? o lo que es más preocupante... ¿cuántos lo han venido pagando ya sin que ni siquiera te enterases?

¿Acaso puede esa herida seguir supurando de forma ilimitada y sin que tú te des cuenta? Digo yo, ¿no se va infectando más y más con el tiempo? ¿cuándo queda saldada la deuda? Y qué miedo, qué miedo... si lo desentierras y empiezas a poner las cartas sobre la mesa, como dice la sensiblera barata de la Conchita esa, ¿no se hará el agujero más grande?

¿Qué ocurre con las heridas sin sanar, las cosas que nunca se dijeron, los sentimientos que se han herido (propios y ajenos), las lágrimas que no te dejaste derramar, los sentimientos que decidiste olvidar, la tristeza que no te permitiste?

¿Merece la pena quitarse las máscaras, rebuscar en lo profundo, derribar el muro, reconocer que algo duele? Qué difícil, la falta de costumbre... ¿Se debe arreglar o es más interesante echar otro buen kilo de tierra sobre el tema y si te he visto, herida purulenta, no me acuerdo? ¿Y por qué maldita sea, soy yo la que debo decidirlo, por qué se me da ese privilegio una vez más? Hay que joderse...

Supongo que, como se dice, no se puede escapar del pasado, por más rápido que vayas en esta montaña rusa absurda de la vida en la que pasas, inevitablemente, una y otra vez por el mismo sitio...

Hey Betty, ¿para cuando la publicación esa del diccionario emocional, ya sabes, ese que te describe los síntomas, te asigna una enfermedad y te cura el tinglado con tres pastillas verdes por la mañana y tres rojas por la tarde?

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